El almacenaje de audio, existe desde hace ya más de un par de décadas. Gracias a la aparición del primer soporte analógico, conocido como vinylo o discos de aluminio.
Con ello tambien su reproductor natural conocido como Gramophono.
El Hecho de que los artistas puediesen plasmar sus producciones en algun tipo de sujeción, hizo que el diseño apareciese de forma inmediata en cuanto a las galletas de los lp’s y la cubiertas de éstos.
Primer vinylo de la historia:
Observando los primeros vinilos, podemos apreciar como el diseño tampoco era algo realmente funcional e importante. Posiblemente ya bastaba con poner el nombre destacado la productora, el artista y el título de la canción...y obviamente todo lo que respecta con año y leyes de copyright...
Algunos empezaron ha aplicar imágenes en sus lp’s y esto abrió una infinidad de posibilidades a la hora de concebir la música, sino que en ese mismo momento los artistas podian tener la posibilidad de expresarse musicalmente y además poder inpregnarnos de forma directa con las imágenes/tipografía y colores.
En cierta ocasión, un ejecutivo de Atlantic Records afirmó: ‘Si el grupo es bueno, no importa cómo sea la carátula de su CD. El nivel de ventas sería el mismo aunque el disco compacto se presentase en una bolsa de papel kraft’. Sin embargo, en 1979, el disco de Led Zeppelin In Through the Out Door se lanzó envuelto así y las ventas fueron más que decepcionantes, lo que viene a confirmar que juzgamos los discos de la misma manera que los libros: por sus portadas.
Por suerte, no todos los discos se envolvían, ni se envuelven, en bolsas de papel. Desde que en 1939 Alex Steinweiss, diseñador por entonces de Columbia Records, sugirió sustituir las etiquetas informativas de las fundas de los discos por trabajos artísticos originales, diseñadores y artistas han creado algunas de las imágenes contemporáneas más impactantes y sugerentes.
Varias de estas obras artísticas destinadas a las carátulas de discos no sólo forman parte de los mejores trabajos en la historia del diseño gráfico, sino que, además, han ayudado a lanzar las carreras de innovadores e influyentes diseñadores gráficos actuales. Entre ellos se encuentran Peter Saville y Vaughan Oliver, cuyo trabajo durante los años ochenta y noventa para Factory Records y 4AD, respectivamente, los situó en un lugar de referencia en la larga historia del diseño de portadas para la industria discográfica.
En los años cincuenta, el talento gráfico de Reid Miles definió el estilo visual de la música jazz con sus portadas para el sello Blue Note, en las que predominaba la tipografía con un resultado de gran potencia expresiva. En los sesenta y los setenta, el director de arte Gary Burden y el fotógrafo Henry Diltz crearon portadas, hoy ya clásicas, para The Doors y Joni Mitchell, entre otros. Y, recientemente, estudios como Farrow Design, Stylorouge, Segura Inc., Tomato, Intro y The Designers Republic han renovado el diseño de carátulas con trabajos revolucionarios cuya influencia en el mundo del diseño gráfico ha trascendido el campo estricto de lo musical.
También hay portadas anecdóticas como la que se realizó para el archiconocido lp de Blue Monday, donde el diseñador hizo la portada de dicha carátula en cuatricomía y eso conllevo a que la tuviesen que retirar del mercado y replantearse un re-diseño de dicha portada.
Aunque el vinilo sigue produciéndose y, gracias a su popularidad, mantiene un nivel de ventas aceptable, el disco compacto (CD) se ha convertido en su sucesor natural. Cuando apareció en los años ochenta, la música se presentaba simultáneamente en tres formatos -vinilo, casete y CD- y muchas discográficas y diseñadores basaban el diseño de sus carátulas en la reproducción a escala de las imágenes creadas para el LP. Pero, a medida que el CD afianzaba su predominio, los diseñadores empezaron a dirigir sus esfuerzos experimentales hacia el pequeño estuche de plástico que se abre en bisagra, en lugar de a la funda plana de 30 cm de lado.
Aunque el vinilo sigue produciéndose y, gracias a su popularidad, mantiene un nivel de ventas aceptable, el disco compacto (CD) se ha convertido en su sucesor natural. Cuando apareció en los años ochenta, la música se presentaba simultáneamente en tres formatos -vinilo, casete y CD- y muchas discográficas y diseñadores basaban el diseño de sus carátulas en la reproducción a escala de las imágenes creadas para el LP. Pero, a medida que el CD afianzaba su predominio, los diseñadores empezaron a dirigir sus esfuerzos experimentales hacia el pequeño estuche de plástico que se abre en bisagra, en lugar de a la funda plana de 30 cm de lado.
Algunas piezas constituyen un referente en la breve historia del diseño de carátulas para CD. Entre ellos se encuentran la caja de comprimidos diseñada por Mark Farrow para Spiritualized.
El embalaje de color naranja, opaco y con acabado en relieve creado por Pentagram para los discos Very y Very Relentless, de Pet Shop Boys.
El kit de cocaína diseñado por Big Active para DJ Jeremy Healy. Este tipo de packaging sólo puede realizarse con un presupuesto elevado y, dado que actualmente la industria discográfica afronta un descenso en las ventas, hoy el diseñador se encuentra ante un reto aún mayor, ya que debe crear un envase atrayente a la vez que factible de acuerdo con un presupuesto reducido. Sin embargo esto es posible, y así lo demuestra este libro mediante una selección de trabajos de diferentes diseñadores internacionales, entre ellos, Stefan Sagmeister y Stephen Byram. No obstante, queda una pregunta por responder: ¿llegará el CD a apreciarse tanto como el vinilo, su antecesor?
Repasar las portadas de los discos de vinilo es parecido a hojear un álbum de fotos familiares: produce nostalgia y esta sensación suele ser agradable. Es difícil competir con el tacto del vinilo y de su funda de cartón. Pero la caja de CD, aunque es más pequeña, tiene a su favor su aspecto moderno y los diseñadores empiezan a mirarla con buenos ojos y a darle una entidad específica. Cuando se explotan sus posibilidades de diseño, pueden obtenerse resultados asombrosos.
Cedric Murac, diseñador de WA7, en París, resumió así su visión personal sobre la manera en que los diseñadores deben afrontar el diseño de un CD: ‘No tenemos que pensar en el packaging de un disco compacto como si se tratase de una ‘portada’ sino imaginarlo como una ‘caja’ cuyo contenido es el medio para proyectar el trabajo de un artista. Esa caja tiene diferentes caras, tanto en su interior como en el exterior, pero nuestro trabajo no es el de crear una imagen o una portada bonitas, que seduzcan al consumidor; consiste en crear un soporte que ayude a los artistas a fortalecer su presencia en el mercado. Sí, debemos crear imágenes de dimensiones pequeñas, pero nada nos obliga a permanecer anclados en la caja estándar de metacrilato’.
De acuerdo con esta idea seleccionaron los ejemplos de packaging para CD, todos ellos realizados por diseñadores experimentales que continúan rompiendo los convencionalismos del packaging musical. Inevitablemente, la mayor parte pertenece a diseñadores que colaboran con músicos alejados de las tendencias comerciales dominantes y cuyas productoras son discográficas pequeñas, especializadas en géneros como el lounge, el hip hop, el jazz y el dance, por nombrar unos cuantos. En general, en este sector de la industria discográfica se concede mayor libertad a los diseñadores y se confía en ellos para interpretar visualmente la música, a la vez que se trata de apoyar al artista del modo más apropiado. Aquí existen pocas normas que haya que seguir.
Tanto si se trabaja para una discográfica convencional como para una independiente, el packaging de un CD proporciona una oportunidad única a los diseñadores. Primero, tal como ocurre con cualquier proyecto de packaging, es una ocasión para abordar la cuestión del diseño de producto: ¿cómo está fabricado el envase?, ¿cómo se abre y se cierra? Y en segundo lugar, a diferencia de la mayoría de proyectos de packaging, aparece además la oportunidad de trabajar en el diseño editorial de los libretos que incluyen los CD, en la dirección artística de las fotografías que los acompañan, etc. En otras palabras, comporta un amplio margen para la experimentación en tres y en dos dimensiones.
En primer lugar, ‘Forma’. Explora el formato, el volumen y el tacto de la caja del CD. El embalaje para CD es un terreno donde los diseñadores y fabricantes encuentran cada vez más alternativas a la tradicional caja de metacrilato. Los ejemplos van desde el más extremo: el disco Sandpaper Blues que acompañó a la exposición artística homónima que tuvo lugar en Londres, cuya carátula fue realizada en papel de lija (en inglés, sandpaper), hasta el más sublime: la caja en forma de rosquilla creada por Marc Newson.
En segundo lugar, ‘Contenido’. En este capítulo se analizan la fotografía, la ilustración y la combinación de medios realizadas para el diseño de portadas, y se demuestra que muchos diseñadores optan por imágenes creativas en lugar de la solución convencional del retrato de la banda. Por supuesto, la parte más importante del trabajo artístico y del texto para un CD se encuentra dentro de la caja, de manera que el consumidor no puede verlo hasta que ha salido de la tienda. Esta circunstancia es, después del tamaño, una de las diferencias más significativas entre el vinilo y el CD. La información está oculta, lo cual implica que las imágenes exteriores deben ser suficientemente enigmáticas como para estimular la curiosidad del cliente por ver el interior. El CD no es como el recibo de un gasto abonado con la tarjeta de crédito: no tiene por qué ser inmediatamente legible. De hecho, resolver las misteriosas inscripciones jeroglíficas forma parte del placer de observar con detenimiento el packaging musical. Los ejemplos que presenta este libro muestran cómo los diseñadores se ocupan de la legibilidad siguiendo diferentes caminos.
La música pop es quizás el área de producción cultural que la gente relaciona más estrechamente con acontecimientos o etapas de su vida y por la que tiene un sentimiento de propiedad. Por otro lado, la carátula de un disco es una de las pocas parcelas del diseño gráfico que cuentan con el reconocimiento y el interés del público en general. La combinación de este interés con la naturaleza experimental -a menudo irreverente y algunas veces controvertida- de muchas carátulas ha provocado que muchas hayan llegado a ser referencias culturales en determinadas épocas. Las grandes portadas del pasado -como la de Peter Blake para Sergeant Pepper o el diseño de Andy Warhol para Velvet Underground and Nico- son iconos familiares para millones de personas que no recuerdan la portada de ningún libro y mucho menos la de un informe anual o un folleto.
Posiblemente como en toda el diseño, se crean categorias o subcategorias, es decir, es bien sabido que dentro del campo de la música hay géneros y sub-géneros a raudales. Pero lo sorprendente de ello es ver como todos están encasillados aparte de por el propio estilo musical, también con su propio estilo gráfico.
Uno ya puede pasearse por grandes alamacenes y pequeñas tiendas especializadas y posiblemente unicamente observando las caratulas de cd’s y vinilos uno puede intuir el estilo de música y lo que esta le va a aportar directamente.
Con el paso de los años todo esto se ha ido desmaterializando, pasando de portadas de 12’ pulgadas a cd’s bien cassetes, levemente o de forma casi inexsistente en mini-disc y desde hace 10 años a formato mp3.
El formato mp3 aparte de desmaterializar la música tambien ha desmaterializado todo lo que ha ella le rodea, y en este caso el diseño.
Hoy en día, han nacido un monton de sellos digitales que ya directamente ni siquiera producen música de forma física. Eso conlleva a que el espacio ultilizable para el diseño sea ridículo y posiblemente se reduzca a un cuadrado de 5cm x 5cm en la pantalla de tu ordenador.
Si bien algunos siguen diseñando como si ese formato fuese en físico, hoy en día ya la industria musical prefiere únicamente realzar algo tan simple como el autor y el título de la canción.
Para remarcar este asunto podría empezar a citar la de cientos de artistas que hoy en día han preferido plasmar su diseño únicamente en si nombre, es decir que hoy en dia ya cada uno tiene su propio diseño en el nombre, ya sea utilizando tipografias poco convencionales o directamente diseños predeterminados.
Lo único que espero,es que las cosas bien hechas prevalezcan sobre lo efímero y fugaz, y que nunca se dejen de tener en cuenta los diseños de las carátulas ni de sus envoltorios ni de nada que conlleve la música, si en el fondo lo importante es la música pero también es bien importante el como te la dan esa música y obviamente siempre podrás darle ese valor añadido a todo lo que tengas en forma de carátula como las portadas.
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